Thursday, May 21, 2009

Influenza: divididos y vencidos

Porcina, humana o lo que sea, la influenza de 2009 ha tenido entre sus víctimas a la siempre frágil solidaridad latinoamericana a nivel de gobiernos, porque sabido es que entre los pueblos (o más bien, entre ciertos sectores de los pueblos) se mantiene inalterable. Los panistas no le perdonan a Fidel Castro la exhibida que le dio al ilegítimo presidente de México en su pretensión de erigirse en salvador de la humanidad (ya México le queda chico en sus sueños megalómanos), hubo ceños fruncidos y desgarramientos de vestiduras por las medidas tomadas en Argentina y Chile para evitar la propagación del virus (como si las fuerzas mexicanas del "orden" no tuvieran la costumbre de tundir y extorsionar a cuanto extranjero desvalido encuentran, sin siquiera el pretexto de una emergencia sanitaria), en tanto el tal Calderón zarandeaba a los haitianos con aquello de que muere más gente allá por el hambre que por el virus (ante lo cual La Jornada mordazmente recordó en la Rayuela que en México la gente se muere por las dos cosas). El gobierno mexicano recurre a los laboratorios de Canadá y EU para estudiar las muestras y luego las entrega sumisamente a la OMS para que ésta a su vez las envíe a las trasnacionales farmacéuticas, que ya se preparan para hacer otro negocio millonario cuando comiencen a vender una vacuna que quizá para entonces será completamente inútil, dada la constante mutación del virus. Seguramente piensa que ni en su país ni en ningún otro de América Latina hay científicos ni instituciones capaces de realizar ese trabajo a mucho menor costo y sin una búsqueda tan abusiva de ganancias. Y si por desgracia el invierno austral trae una propagación importante del virus en Sudamérica, no quiero ni imaginar la ola de resentimiento antimexicano que los grandes medios de aquellos países se afanarán en desatar. ¡Ay, Bolívar, nunca tu sueño estuvo tan lejano como en estos tiempos de influenza derechista!

Monday, April 23, 2007

EU: grandes talentos, grandes miserias

Hola, después de meses de silencio reabro el blog para copiar este texto de mi alter ego en La Jornada (publicado el sábado 21 de abril), que nos recuerda las verdaderas riquezas y las grandes miserias del país del norte.

Jorge Anaya
Vonnegut la hubiera escrito

Uno de los ejercicios que Nikito Nipongo gustaba de poner a sus alumnos de composición consistía en escribir un relato jocoso a partir de una tragedia. Desde luego, no se trataba de hacer chistes fáciles ni de burlarse del dolor -para lo cual los mexicanos tenemos un talento especial, como evidencia el alud de chistes, la mayoría de dudoso gusto, que vienen detrás de alguna catástrofe natural o artificial-, sino de poner a prueba el ingenio buscando un ángulo humorístico a un hecho terrible.

El recuerdo me vino a la mente a raíz de la matanza cometida el martes 16 por un estudiante coreano en una escuela de Virginia. ¿Habría alguien capaz de llevar semejante tema a la literatura y darle un enfoque humorístico que pusiera de relieve su patética confirmación de las miserias de la naturaleza humana?

Sí, había uno. Lo malo es que acaba de morir. Las tragedias nunca vienen solas.

Kurt Vonnegut Jr., fallecido el 11 de abril pasado, fue uno de los tres niños terribles que allá por la década de 1960 tomaron por asalto las instituciones más sagradas del establishment estadunidense y las demolieron a golpes de ácida precisión. Catch-22, de Joseph Heller, y Slaughterhouse Five (Matadero cinco), de Vonnegut, la emprendieron contra la tragicómica estupidez de la guerra y la disciplina militar, en tanto Myra Breckinridge, de Gore Vidal, paró de pestañas a la sociedad de su país al exhibir con escalpelo de taxidermista los rincones más oscuros del machismo, el sexismo y la homofobia.

Muy parejos en genialidad, estos maestros de la sátira tenían -bueno, Vidal sigue vivo y produciendo, por fortuna- formas muy diferentes de enfocarla. Heller era un constructor de edificios narrativos de compleja estructura y un estilista de altos vuelos que sabía combinar parrafadas deslumbrantes con ágiles diálogos cargados de mordacidad; Vidal, un narrador directo y descarnado, con cierta complacencia no desprovista de perversidad en el detalle escatológico.

Vonnegut era, sobre todo, un travieso, un malabarista apasionado de los juegos mentales y verbales, con una facilidad incomparable para la reducción -o la magnificación- al absurdo y una capacidad asombrosa para hacer verosímil la historia más descabellada, siempre ligada a alguna de las manías y obsesiones de su sociedad y su tiempo.

Así, la ambición de las corporaciones y su rostro amable, la filantropía, son el tema de God Bless you, Mr. Rosewater (1965), en la cual Eliot Rosewater, heredero de un senador multimillonario, decide tomar por su cuenta el reparto de donativos de la fundación que lleva su nombre -en la que muchos vieron la célebre Fundación Rockefeller, antecedente de la hoy tan admirada Fundación Gates-, con resultados desastrosos para la institución y estupendos para los favorecidos. En Breakfast of Champions (1973), Vonnegut aborda el mito del individualismo y el éxito en la historia de Dwayne Hoover, un vendedor de automóviles que se toma en serio una novela de ciencia ficción escrita en forma de mensaje, según la cual él es la única persona dotada de libre albedrío sobre la Tierra y todas las demás son máquinas construidas por su creador con el único fin de estudiar sus reacciones ante ellas. Y en Jailbird (1979) seguimos a Walter Starbuck, procesado en conexión con el caso Watergate, en su intento por retornar a una vida honrada y simple y su reencuentro con un viejo amor, que resulta ser la archimillonaria dueña de la corporación RAMJAC, quien por temor a ser asesinada vive como una indigente que se alimenta de la basura en los más sórdidos pasajes del Metro de Nueva York y lleva todo el tiempo las manos cubiertas por unos guantes mugrosos para proteger la parte más valiosa de su cuerpo en términos financieros, pues sólo el juego completo de sus huellas dactilares autentifica las millonarias transacciones de su imperio.

La obra de Vonnegut es mucho más extensa, desde luego; en lo que a novela se refiere abarca desde Player piano (1952) hasta Timequake (1997). Pero los tres ejemplos mencionados -por mera casualidad los favoritos de quien escribe- permiten resaltar su inclinación por las ideas simples llevadas al extremo. Su diferencia fundamental con los otros dos autores mencionados radica en la engañosa sencillez de su lenguaje, que por momentos casi desciende al nivel del libro de texto o el manual de instrucciones, a veces con dibujos de trazo infantil que nunca dejan de provocar hilaridad (como esa especie de asterisco con que representa al ano) mientras subrayan las contradicciones de la humanidad contemporánea.

Semejante artista de la broma, por supuesto, no estaría completo sin una destreza especial para reír de sí mismo a través de su alter ego Kilgore Trout, autor de novelas baratas de ciencia ficción cuyos en apariencia deschavetados argumentos salpican muchas de las historias del autor. El hecho de que el propio Vonnegut se cuele como personaje en algunos relatos no hace sino animar el juego de automofa, como cuando en Breakfast of champions un balbuciente Trout, ya convencido de la omnipotencia de su autor sobre él, le suplica ''vuélvame rico".

Sí, Vonnegut hubiera podido escribir una excelente novela de humor cáustico sobre un joven inadaptado que un día compra dos pistolas para masacrar a decenas de sus hermosos y sobresalientes compañeros. (De hecho, en Breakfast of Champions hay una escena en la que Hoover, hastiado de ser el juguete de una inteligencia superior, se lanza en una escalada de violencia física y verbal contra quienes están a su alrededor, entre ellos su amante y su hijo.) Y esa novela que no se escribió habría sido, como siempre, el más certero e hiriente comentario sobre la demencia suicida de una sociedad que intenta esconder bajo el poder de las armas su creciente horror a sí misma.

Sunday, December 10, 2006

Murió Pinochet en olor de impunidad

Augusto Pinochet murió este domingo sin purgar sus crímenes contra la humanidad. Miles de chilenos festejaron en las calles, pero bien mirado el asunto debería ser un día de luto, no por el tirano, sino por la justicia que una vez más fue burlada. Lo peor de todo es que pocos días antes de morir todavía se atrevió a declarar que había hecho un bien a la patria, y que quedan muchos como él en Chile y en todas partes (por ejemplo los yunquistas mexicanos que se aprestan a medrar a la sombra del dizque presidente Felipe Calderón). Y así continuará la cosa mientras en los pueblos siga pesando más el miedo que el dolor y la furia.

Monday, October 30, 2006

Otra muerte en Oaxaca

Bradley Roland Will era un reportero y camarógrafo estadunidense que fue asesinado en Santa Lucía del Camino, Oaxaca, durante un ataque de grupos armados priístas apoyados por policías municipales contra barricadas de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. El medio para el cual cubría el conflicto en ese estado del sur de México, Indymedia, culpó de su muerte a “sicarios del gobierno”. De inmediato las autoridades estadunidenses, por conducto del embajador Tony Garza, presionaron al gobierno de Vicente Fox a actuar, y éste respondió enviando miles de efectivos policiacos y militares a Oaxaca, que en el curso del domingo atacaron a la población con tanquetas y toletes, en acciones que provocaron al menos tres muertes más, entre ellas la de un niño. En este momento la suerte de los pobladores oaxaqueños que luchan por deponer al gobernador Ulises Ruiz está en el aire. Brad Will estaba con ellos.

Muerte en Oaxaca

Bradley Roland Will

Primeras horas de la tarde del 16 de octubre...

Ayer fui a caminar con la buena gente de Oaxaca. En realidad, caminé todo el día. Entrada la tarde, me enseñaron el muro donde se impactaron las balas. Enumeraban cada una de las que iban encontrando. Me recordó la entrada de la casa de Amadou Diallos 1 , pero en este caso los grafitis estaban desde antes de que ocurriera el tiroteo.

Una de las balas que no pueden ser contadas en la pared aún está en su cabeza. Tiene 41 años, y se llama Alejandro García Hernández, presente cada noche en la barricada del barrio. Una de ellas salió a unirse con su mujer y sus hijos para permitir el paso de una ambulancia. Pero una camioneta pick up trató de pasar inmediatamente después del vehículo de emergencia. Recibió la bala cuando dijo a los ocupantes que no podían pasar. Y nunca lo hicieron. Esos ocupantes, militares en ropas de civil, se abrieron el paso a tiros para salir del lugar.

Un joven que sólo desea ser conocido como Marco estaba con la familia cuando ocurrió el tiroteo. Una de las balas le atravesó el hombro. Se encontraba en un evidente estado de conmoción cuando nos conocimos. Tiene 19 años. Me dijo que aún no había informado a sus padres del hecho -como otros, se presentaba en las barricadas noche tras noche-, y que, tan pronto como la herida sanara, regresaría a ellas. Definitivamente.

Pocos días antes llegó una delegación de senadores, cuya visita tenía por objeto determinar si había ingobernabilidad en el estado. Apenas tuvieron una probadita. Corrió la voz para cerrar el resto del gobierno. Docenas de personas salieron a pie del zócalo oaxaqueño empuñando grandes palos y cargando una caja con docenas de botes de pintura en aerosol. Se apoderaron de tres autobuses de transporte urbano y por la mañana recorrieron toda la ciudad para visitar los edificios gubernamentales e informar a la gente en su interior que quedaban cerrados. Y que agradecerían su cooperación voluntaria.

La gente salió, inquieta, aunque otorgando su colaboración. Mientras desalojaban el último edificio, tres pistoleros llegaron y abrieron fuego. Ya se habían retirado dos autobuses. Estalló el alboroto. Fue una batalla con piedras, tiros de resortera y gritos que duró diez minutos. Dos heridos, uno en la cabeza y otro en una pierna, fueron llevados al hospital mientras continuaba la refriega. La radio dio la alerta y llegó gente de todas partes.

Los pistoleros estaban a la vuelta del edificio. Pero lograron huir. Nadie estaba seguro, pero parecía que estaban adentro, vigilando. Se informó de policías encubiertos cerca del hospital, y pronto salieron hacia allá varios hombres dispuestos a vigilar a los heridos.

Lo que se puede decir de este movimiento, de este momento revolucionario, es que está creciendo, aumentando, tomando forma -uno lo puede sentir-, tratando desesperadamente de lograr una democracia directa. En noviembre, la APPO sostendrá una conferencia para buscar conformar una Asamblea Estatal del Pueblo de Oaxaca, o AEPO. Hoy en día existen 11 de 33 estados que han anunciado la conformación de asambleas populares al estilo de la APPO. Y también unas cuantas al otro lado 2 , en Estados Unidos.

Y los marinos han regresado al mar, aunque la policía federal que devastó Atenco permanece en las cercanías. Mientras, el reciente campamento (de la APPO) 3 en la ciudad de México ha iniciado una huelga de hambre porque el Senado puede hacer renunciar a Ulises Ruiz Ortiz.

¿Qué sigue? Nadie está seguro. Es como si la luz atravesara el cristal. O bien lo quema o bien pasa a través de él. Lo que está claro es que esto es más que una huelga, más que la expulsión de un gobernador, más que un bloqueo, que la unión de diferentes elementos. Es una revuelta popular genuina. Y luego de décadas del priísmo gobernando mediante el soborno, el fraude y las balas, la gente está cansada. Llaman a ese partido la tiranía, y está dispuesta a destruir ese autoritarismo.

En la calle se puede escuchar el murmullo de la selva lacandona. En las esquinas la gente decidiendo permanecer junta. Uno les ve las caras: indígenas, mujeres, niños, tan bravos y alertas en la noche, orgullosos y resueltos.

Regresé caminando de la barricada donde me encontré con Alejandro, junto con un grupo de seguidores del movimiento, que vinieron de un distrito lejano, a media hora de camino. Iba hacia la morgue con un grupo enfurecido. Entramos y vimos al propio Alejandro. No había visto muchos cuerpos en mi vida. Tremenda sensación. En la esquina, una pila de cuerpos, casi todos los que han muerto, sin refrigeración. Y el olor. Tuvieron que abrirle el cráneo para extraerle la bala. Regresamos caminando todos juntos.

Y ahora Alejandro se mantiene a la espera en el zócalo, como los demás en los otros plantones. Espera una tregua, un cambio, un avance, una salida. Una solución. Esperando que la tierra cambie y se abra. En espera de noviembre, cuando pueda sentarse con sus seres queridos, el Día de Muertos, y compartir comida y bebida y cantar. Esperando que la plaza se le venga encima y arda. Sólo espera hasta la mañana, pero esta noche espera que el gobernador y su entorno se vayan para nunca regresar.

Una muerte más, otro mártir en esta guerra sucia, otro momento para llorar y lastimarse, otra oportunidad de conocer el poder y su horrible cabeza, otra bala rasga la noche, otra más en las barricadas. Alguien mantiene las fogatas. Otros se envuelven y duermen. Pero todos están con él mientras descansa, una última noche, bajo su mirada.

* Esta es la última información enviada a Indymedia por el camarógrafo y reportero estadunidense Bradley Roland Will, antes de ser asesinado a tiros por efectivos paramilitares asociados a las autoridades oaxaqueñas. El estilo y la redacción fueron respetados.

1 . Joven oriundo de Guinea que, en 1999, cayó cerca de su departamentito en el Bronx, en Nueva York, herido de muerte por 19 de las 41 balas que agentes encubiertos de la policía le dispararon al confundir su billetera con un arma.

2. En español, en el original

3. Nota del traductor

Traducción: José Galán

El despertar de un soldado

¿Qué ocurre cuando un soldado que va al frente creyendo defender su patria y sus valores descubre que en realidad ha sido instrumento de un gobierno fanático y corrupto que siembra el terror dentro y fuera de sus fronteras? Kevin Tillman se alistó en el ejército estadunidense con su hermano Pat en 2002, y combatieron juntos en Irak y Afganistán. Pat pereció en este último país el 22 de abril de 2004. Kevin causó baja en 2005.
La historia de los hermanos Tillman no es singular ni mucho menos, pero hay lecciones que al parecer nunca acaban de aprenderse si no es después de una gran pérdida. He aquí el testimonio de Kevin, como se publicó en La Jornada el sábado 28 de octubre.


Al otro día del cumpleaños de Pat

Kevin Tillman


El cumpleaños de Pat es el 6 de noviembre y al día siguiente son las elecciones. Me hace pensar en una conversación que tuve con él antes que nos alistáramos en el ejército de Estados Unidos. Hablábamos del riesgo que corríamos al apuntarnos. Una vez que nos comprometiéramos, estaríamos a merced de los gobernantes y del pueblo. Nos podrían lanzar en una dirección que no deseáramos. Combatir como soldados nos dejaría sin voz... hasta que saliéramos.

Han ocurrido muchas cosas desde que entregamos nuestra voz:

Nos mandaron a invadir una nación porque de algún modo era una amenaza directa al pueblo estadunidense, o al mundo, o porque hospedaba terroristas, o porque participó en los ataques del 11 de septiembre, o porque recibía uranio de Níger para fabricar armas, o tenía laboratorios para producir armas móviles, o contaba con armas de destrucción masiva, o tenía necesidad de ser libertada, o necesitábamos instaurar una democracia, o detener una insurgencia, o detener una guerra civil que creamos y que no podíamos llamar guerra civil aunque lo fuera. Algo así.

De algún modo Estados Unidos se ha vuelto una nación que proyecta todo lo que no es y condena todo lo que es.

De algún modo nuestros gobernantes electos subvirtieron el derecho internacional o a la humanidad al poner cárceles secretas por todo el mundo, secuestrar personas, retenerlas por tiempo indefinido sin acusarlas de nada y torturarlas, todo en secreto. De algún modo esa política abierta de tortura se volvió culpa de unas cuantas "manzanas podridas" en las fuerzas armadas.

De algún modo el apoyo a los soldados aquí, en la patria, significaba que un niño de cinco años garrapateara un dibujo con crayones y lo mandara a la zona de combate, o pegar etiquetas en los coches, o cabildear ante el Congreso para que aprobara hacer más grueso el recubrimiento de los cascos. Es interesante que se crea que a un soldado, en su tercer o cuarto viaje, pueda importarle el dibujo de un niño, o una etiqueta oxidada en un coche mientras sus amigos caen muertos a su alrededor, o que un recubrimiento más grueso lo pueda proteger cuando un artefacto explosivo lanza su vehículo 15 metros en el aire y su cuerpo se desmiembra y su piel se derrite en el asiento.

De algún modo mientras más soldados perecen más legítima se vuelve la invasión.

De algún modo se ha permitido que los gobernantes estadunidenses, cuyo único mérito es mentir a su pueblo e invadir sin derecho una nación, despojen de todo valor, virtud y honor a sus soldados en el campo de batalla.

De algún modo se ha permitido que quienes hace décadas tuvieron miedo de combatir en una invasión ilegal envíen soldados a morir en una invasión ilegal que ellos emprendieron.

De algún modo se tolera que se simulen carácter, virtud y valor.

De algún modo se tolera que se obtengan ganancias de la tragedia y el horror.

De algún modo se tolera la muerte de decenas, si no de centenares o miles de personas.

De algún modo se tolera la subversión de las garantías individuales y de la Constitución.

De algún modo se supone que la suspensión del habeas corpus mantendrá la seguridad de este país.

De algún modo se tolera la tortura. Se tolera la mentira.

De algún modo se desprecia la razón para abrazar la fe, el dogma y la estupidez.

De algún modo los gobernantes estadunidenses han logrado crear un mundo más peligroso.

De algún modo un cuento es más importante que la realidad.

De algún modo la nación más razonable y respetada, en la que más se confiaba, se ha vuelto uno de los países más irracionales, beligerantes, temidos y que menos confianza inspiran en el mundo.

De algún modo estar informado políticamente, ser diligente y escéptico ha sido remplazado por la apatía mediante la ignorancia activa.

De algún modo los mismos criminales incompetentes, narcisistas, vacíos y malignos siguen al mando de esta nación.

De algún modo se tolera todo esto.

De algún modo nadie se hace responsable.

En una democracia, la política de los gobernantes es la política del pueblo. Así, pues, no se sorprendan cuando nuestros nietos entierren a los miembros de esta generación como traidores a la nación, al mundo y a la humanidad. Lo más probable es que lleguen a saber que ese "de algún modo" fue alimentado por el miedo, la inseguridad y la indiferencia, y que por eso el país quedó a merced de parásitos a quienes nadie frenó ni desafió.

Por fortuna, este país es todavía una democracia. La gente aún tiene voz. Aún puede actuar. Podría empezar el día siguiente del cumpleaños de Pat.

Kevin Tillman se alistó en el ejército estadunidense con su hermano Pat en 2002, y combatieron juntos en Irak y Afganistán. Pat pereció en este último país el 22 de abril de 2004. Kevin causó baja en 2005.

Copyright Kevin Tillman. Este artículo fue publicado originalmente en Truthdig (www.truthdig.com). Para consultar la
versión original ir a http://www.truthdig.
com/report/item/200601019_after_pats_birthday/

Traducción: Jorge Anaya

Wednesday, October 11, 2006

Periodista José Carrasco: veinte años de impunidad

Con este texto completó Alberto Morales su reportaje sobre Chile. ¿Cuándo llegará la justicia en ese país, en nuestros países?

El pasado ocho de septiembre se han cumplido 20 años del asesinato del periodista chileno José Carrasco Tapia. El colega fue secuestrado de su casa en pijama por agentes de la Central Nacional de Inteligencia horas después de que el dictador sufriera un atentado del que salió ileso. Junto a él, el Régimen seleccionó a otros tres destacados de sus opositores. Los acribillaron a balazos. A Pepe Carrasco le descerrajaron 13 tiros en la cabeza, junto a la tapia de un cementerio. Su mujer, Silvia Vera, recuerda que “vivían a diario con la amenaza de que cualquier día lo matarían y bromeábamos con eso”. Macabras conversaciones a la hora de cenar para sobrevivir al clima de miedo que la represión militar infundió en el pueblo chileno. A Pepe lo mataron por ser periodista y por escribir contra los abusos de los golpistas en la década de los ochenta. Silvia rememora que “siempre se puso del lado de los débiles y en la revista que dirigía al final, Análisis, se publicaban artículos incómodos para la Junta Militar”. Sin embargo, en la entrevista que mantengo con la mujer del periodista asesinado no encuentro más que dolor y ningún sentimiento de odio o venganza. A su primer marido “lo desaparecieron” y en su busca se topó con Carrasco. Juntos recorrieron las cárceles buscándole y poco a poco al paso del tiempo se enamoraron. “Cuando se llevaron a mi primer esposo, yo acababa de tener un hijo, tenía diez sólo diez días. Así es que mi niño le mataron dos padres”, resume Silvia, que trabaja frente a la Moneda, en el Ministerio de Asuntos Exteriores. En este caso, como en tantos otros, lo peor es que los criminales, confesos algunos, gozan de la más insultante impunidad. Uno de ellos, Jorge Vargas Bories, ha confesado en otra causa que mantiene abierta que disparó a Pepe Carrasco, con el fin de acogerse a una reducción de pena caso de ser condenado. Asesino y confeso y en su casa. Incluso se permitió la ignominia de presentarse en un programa de la televisión pública y aparecer para apoyar a una de sus hijas en un reality. Su niña, cosas del destino, estudia ahora la misma carrera de quien mató su padre. El colegio de periodistas mantiene la causa “viva” y el abogado que lleva el caso Nelson Caucoto dice que “el proceso por el homicidio de Pepe Carrasco está cerrado en su investigación y ahora falta que los abogados de los procesados y acusados contesten los cargos imputados”. Silvia Vera no ha perdido la fe en sus semejantes pese a tanta desgracia como le ha tocado vivir. Sigue confiando en la bondad de las gentes, “que por fortuna he tenido a mi lado y que es otro descubrimiento emparejado al sufrimiento, el de la solidaridad y el cariño con el que me ido encontrando a lo largo de estos 20 años. Como cuando los compañeros de Pepe testimoniaron el día que reconocí su cadáver. El silencio de los micrófonos, solo roto por los clic de las máquinas fotográficas, fue el mejor de todos los homenajes en los que he sentido la grandeza humana”.

Un periodista español recorre Chile

En un reciente viaje por Argentina y Chile (que me prometo ir narrando en próximas entradas), tuve suerte de encontrarme, nada menos que en la Chascona -la casa que Neruda construyó en Santiago para Matilde- con un periodista español llamado Alberto Morales. Alberto andaba de vacaciones, pero ya se sabe que un periodista nunca descansa, así que fue recogiendo impresiones y a su regreso publicó en el diario Córdoba un artículo que constituye un excelente panorama del país andino en la era Bachelet. Lo copio enseguida.

EL PRIMER AGOSTO DEL CHILE DE LA BACHELET

Regreso a Santiago más de treinta años después, pese a no haber estado nunca en su suelo. Lo hago por el interés de saber como es ahora el país, tras conocerlo por Víctor Jara, Intiillimani, Violeta Parra, Salvador Allende, Pablo Neruda, Patricio Guzmán, la Cantata de Santa María de Quique y la mina de el Teniente, por decir sólo algunas de las referencias de mi juventud. Una generación que vivió el bombardeo de la Moneda y con él el derrumbe de una de las pocas esperanzas de desarrollar el socialismo democrático, dado que el real convertía al Estado en el nuevo tirano de sus súbditos. Impresiona en su entrada, sobrevolar los Andes. La Cordillera que separa la Argentina y que custodia en sus blancas cimas la capital del país. Más abajo, la ciudad tiene el pulso de cualquier otra urbe europea. Oficinas y bancos. Muchos bancos. Arterias urbanas en las que se precipitan los empleados de ellos, de las tiendas y de la innumerable cifra de farmacias que salpican todas las ciudades chilenas. En el corazón de Santiago, la Moneda y con ella la primera emoción. Estar cara a cara frente a la casa presidencial donde se cometió uno de los crímenes más viles contra un pueblo en el último tercio del SXX y a la vez donde se desplegaron tantos anhelos de cambio. Allí, custodiada por decenas de carabineros de idéntico uniforme a los del 73, con chalecos antibalas incluidos, la puerta donde Allende se fotografíó con metralleta en mano defendiendo la libertad que segó el Comandante traidor. Con todo, tres décadas y pico después, el presidente socialista ha vuelto para mí a la Moneda en una estatua cuya placa reza: “Tengo fe en Chile y su destino.11 de septiembre de 1973”. Claro que para que no de mucho cante, enfrente le han colocado a otro ex presidente, éste conservador, Jorge Alessandri Rodríguez, que lo fue antes que Eduardo Frei Montalvo. Quien también tiene su lugar en la plaza ahora llamada de la libertad. Frei, que falleció el 22 de enero de 1982, al parecer por una extraña complicación inesperada en una operación intrascendente, ha vuelto a ser noticia este agosto .Uno de los médicos que lo atendió declaraba hace unas semanas que “hubo manos negras” en la muerte del ex gobernante, revelándose que es más que probable que un apósito sobre la herida en el quirófano pudo estar contaminada intencionadamente y eso en realidad le causó la muerte. La familia del ex presidente, que siempre sospechó que el fallecimiento de Frei fue intencionado, lo relaciona con el asesinato del químico chileno Eugenio Berríos, que murió tras ser secuestrado y llevado a Uruguay en 1991, en una operación instigada por agentes del ejército chileno, destinada a silenciar al ex agente. El vendaval político-mediático fue formidable durante todas las semanas del mes ocho. En las informaciones difundidas, la mayoría de ellas en las televisiones, que aquí han superado al papel, se apunta a los servicios de inteligencia del dictador como responsable del crimen, en unos años donde Frei estaba apretando contra el régimen, curiosamente tras consentir veladamente el asedio de la Moneda. Creía la Democracia Cristina que los sables durarían poco y que ellos serían los grandes beneficiados de la asonada. Se equivocaron. La Junta se perpetuó hasta finales de los ochenta. Si bien tras mi estancia en el país andino, sospecho que los milicos no se han ido del todo. De hecho el dictador está en su cárcel de lujo, en su casa de abuelito entrañable, y muchos de los criminales también gozan de demasiada impunidad. En este clima, el actual Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Chilenas dijo en estas fechas que comparto aquí, que “caso de que el general falleciera ahora, se le rendirían honores castrenses en función de su alta graduación, ya que no pesa sobre él ninguna condena en firme”. La ministra de Defensa no firmó el cese fulminante del Jefe y sus declaraciones fueron endulzadas por el ejecutivo que preside Michelle Bachelet. En este sentido, la revista “el periodista” titulaba en su número de 25 de agosto “Seis testimonios de ex uniformados mencionan al general Miguel Trincado, el oficial con mando sobre la mayor cantidad de tropas del país en la actualidad y juez militar, como el hombre de inteligencia que participó en la remoción de los cadáveres de 26 prisioneros de Calama asesinados por la Caravana de la Muerte y cuyos restos fueron arrojados al mar hace 30 años” .

Un clima que preside Michelle Bachelet. La primera jefa de estado que tiene Chile. Su padre fue asesinado por la dictadura y ella misma torturada por la despiadada DINA.Tiene gran magnetismo mediático. Es pediatra de profesión. Sonríe tanto como nuestra alcaldesa, pero en realidad a los cinco meses de su elección no le escuché algún tono progresista en sus muchas declaraciones públicas. Sí dijo que los próximos presupuestos generales van a ser más sociales, pero también allí se están construyendo más prisiones. Chile tiene una tasa altísima de presos. La mayor de Sudamérica. En un país con 16 millones de habitantes, tiene casi los mismos reclusos que España: 60 mil. Y en este agosto el equivalente a nuestro defensor del pueblo criticó el endurecimiento que van a hacer de las leyes en la llamada agenda corta, que penalizará a los reincidentes con más condenas. Sorprendió que horas después el Ministro del Interior le reprendiera públicamente por su “atrevimiento”. La independencia de este órgano es puesta en entredicho, ya que incluso algunos se atrevieron a pedir su cese por ir contra la línea oficial del Gobierno. La Bachelet del partido socialista dirige el gobierno de la Concertación. Una heterogénea mezcla formada por el Partido Demócrata Cristiano, el Partido de la Democracia, el Partido Socialista y el Partido Radical Social Demócrata, que gobierna Chile desde 1990.Una fórmula que recuerda a la desaparecida UCD. A primeros del mes que resumo, se “candidateaban”, expresión singular chilena para evidenciar las puñaladas traperas internas en ese ejecutivo, no pocos aspirantes a suceder a la Presidenta. Un animado debate a las pocas semanas de formar gobierno que la Bachelet medió proponiendo un año más de legislatura para dar tiempo a las reformas prometidas. La controversia continúa y puede que tenga la Concertación sus días contados como sería de prever. Pero a su derecha hay mucha derecha y a su izquierda un partido comunista que no tiene representación parlamentaria. En buena medida por el sistema de elección, llamado binominal, que la presidenta dijo habría de ser cambiado a través de un plebiscito, rechazado horas más tarde por sus socios de gobierno. La médico de niños inició su mandato con los “pingüinos”, como la prensa titula a los estudiantes de secundaria, en la calle pidiendo cosas tan básicas como que la comida fuera decente en los centros escolares o bonos gratis de transporte. Los carabineros han reprimido las manifestaciones con los camiones de cañones de agua, que arrastraban por el asfalto a los opositores de la represión. La enseñanza, que es un gran negocio en Chile. La mayoría es privada concertada. El gobierno paga por niño matriculado y las empresas usan a su antojo ese presupuesto, escatimando medios para una buena educación. Cualquiera en ese país puede poner una escuela, sin apenas requisitos. Dependen además del ámbito municipal, siendo el Ministerio de Educación un mero gestor presupuestario y programático. Y esa vinculación a los alcaldes la convierte en un caos inestable, porque cambian los ediles, como aquí cada cuatro años. La enseñanza pública es tan deficiente y está tan devaluada que las clases medias no envían a sus vástagos a ella. Los profesores ganan poco, cunde la desmotivación como aquí y se percibe también cierto clima de violencia escolar, ante la frustración de la comunidad educativa de no tener los medios necesarios para impartir un conocimiento, que por otra parte, como aquí, resulta anacrónico por los cambios socioculturales que ha impuesto la Revolución Informática.
Sin embargo ni una sola promesa he oído al gobierno socialista de efectuar cambios estructurales en esta cartera. Es más que probable que de tocar esa pieza estructural, la rebelión de los empresarios de las aulas haría tambalear la Moneda. Como tampoco he leído una línea para acometer otra gran reforma en la Sanidad. Sí ha cambiado con la Bachelet la atención a los mayores, que por fin van a tener asistencia universal y gratuita, menos mal. Pero para el resto del contribuyente, la privada forma parte del capítulo de gastos de una familia tipo, ya que en la pública la precariedad es la norma y las listas de espera son de años. Conocí a una voluntaria en un sanatorio de Valparaíso que recogía compresas para dárselas a las parturientas al no disponer el hospital de ellas. También leche maternizada y otros productos de primera necesidad en la planta de alumbramientos del centro sanitario.
Y conocí también a los pescadores de Mehuin, localidad costera del Pacífico que fueron tiroteados por un buque de la Armada cuando con sus barquillas trataban de impedir los estudios de impacto ambiental que permitan verter al mar los residuos tóxicos de una celulosa ubicada a varias decenas de kilómetros del pueblecito. La presión y la resistencia duran ya 10 años. Durante ese tiempo la celulosa ha envenado cauce abajo del río Cruces un lugar llamado, paradójicamente, Santuario de la Naturaleza. La toxicidad de los residuos de cloro ha matado a miles de los llamados cisnes de cuello negro y han emigrado a otros muchos más. Con esa prueba irrefutable de la nocividad del vertido, los pescadores de Mehuin mantienen un fuerte pulso con los intereses papeleros que ampara el gobierno. Han creado su propia caja de resistencia y hablan por walkie-talkies, porque aseguran que los teléfonos están pinchados. Horas antes de mi visita a ese paraíso del Pacífico, a la altura de Valdivia, una compañía de carabineros tomó el lugar en una manifestación de la prepotencia de las autoridades que así evidencian su complicidad con la empresa del papel. Lo cierto es que las madereras son uno de los pilares de la economía chilena, sobre todo en el Sur. El coste ambiental va a ser elevado en unos años, tras haber deforestado medio país de su árbol más emblemático, la araucaria, sustituyendo el bosque autóctono chileno por gigantescas plantaciones de eucaliptos y pino de rápido crecimiento. Grandes consumidores de agua, que allí es cierto no falta, pero que esquilma el suelo y acabará dejándolo estéril.
Como el desastre que va a suponer en unos años la contaminación que están provocando las salmoneras. Chile, tras Noruega, es la segunda exportadora del mundo del pez rosa. Pero aquí también se paga una factura ecológica. La cría en cautividad de estos peces está causando la elevación del ph del mar donde se localizan las salmoneras debido a la alta concentración de nitrógeno de sus heces. Esta especie es además muy depredadora y está acabando con las otras autóctonas de la zona en la Isla de Chiloé. Patricio, investigador universitario mapuche, me cuenta además que los salmoneros disparan a matar a los lobos marinos, abundantes en estas costas, “porque se comen los salmones y destrozan las jaulas donde los crían”. Trabaja en un proyecto para cultivar algas en los criaderos de un suculento marisco llamado loco o avalon, muy cotizado por los japoneses que pagan hasta 25 dólares por kilo. Y está en eso porque las algas que los alimentan, “sargazos”, hay que traerlas de mucho más abajo, de la Patagonia, con los gastos que ello supone y alteración consiguiente en el ecosistema marino. Patricio se muestra orgulloso de pertenecer a los mapuches. Unica Comunidad Indígena que ha sobrevivido a la Santa Cruz y la Espada de los Conquistadores -un restaurador en Corral me dijo que “los españoles en aquellos tiempos habíamos vaciado las cárceles para saquear el país y lo demás”-, el pueblo mapuche no tiene reconocimiento expreso constitucionalmente. Representa tan sólo el diez por ciento de la población chilena. Y con la vuelta a la democracia los mapuches reclamaron sus tierras de labor, que los colonos les fueron arrebatando siglo a siglo. Algunos en la réplica al robo de notaría y escritura de propiedad, se echaron al monte y comenzaron a quemar casas de labranza y granjas y a destrozar los cultivos. Varios de ellos fueron encarcelados bajo la ley antiterrorista y, al comienzo del mandato de la Bachelet, cuatro protagonizaron una larga huelga de hambre para que se les reconociese que eran presos políticos y no delincuentes. Pocos días antes de mi vuelta, en un incidente con los carabineros, un policía mató a un mapuche, con la consiguiente carga simbólica que tiene esa muerte en un pueblo que es usado como reclamo al viajero en el llamado etnoturismo, pero al que se le niegan, no sólo las tierras que le quitaron, sino ayudas de emergencia al ser uno de los colectivos más desfavorecidos chilenos.

Un país que tiene en invierno, agosto es nuestro febrero, mucho atractivo para el visitante. Sus impresionantes volcanes nevados de casi tres mil metros de altura, esquiables como el Villarrica en Pucón, los lagos donde se reflejan, una buena red de parques nacionales infradotados para el potencial que encierran, como el de los Saltos del Petrohué, que observa majestuoso el Volcán Osorno, la Isla de Chiloé con sus impresionantes iglesias del S XVIII declaradas patrimonio de la humanidad, Valparaíso, la ciudad de los Cerros, donde por cierto permanece el Congreso de los Diputados tras alejarlo de Santiago el antiguo Régimen, Viña del Mar y Concón con sus maravillosas playas, mariscos y vino. ¡Ay el vino chileno…! De una gran calidad y sobriedad, los caldos tintos de allá no desmerecen ni un ápice a nuestros riojas o riberas. Su relación precio calidad es excelente y sus bodegas constituyen hoy en día otro motivo para visitar este país, en unas rutas ya organizadas en el Valle de Colchagua o en Talca, en la zona centro del país.

Pero además de los placeres de la carne, Chile tiene a buen recaudo los placeres del alma. La del poeta Pablo Nervuda que se puede leer en cualquier parte del mundo, pero que se puede ver en alguna de las tres casas que el autor de los "Veinte poemas de amor y una canción desesperada" tenía en su país. La Sebastiana en Valparaíso, la Chascona en Santiago y la de Isla Negra, donde reposan sus restos junto con los de su última esposa, Matilde Urrutia. En cualquiera de ellas, tal vez donde más en Isla Negra, se puede palpar el universo mágico, simbólico, político y personal del premio Nobel de literatura que tampoco sobrevivió al golpe en una enfermedad acelerada por las bombas que machacaron la Moneda. La fundación que lleva su nombre ofrece visitas guiadas en dos de ellas y para los amantes de su literatura representa un inmenso placer recorrer las habitaciones donde amaba, escribía y bromeaba el que escribiera “Confieso que he vivido”. La infinidad de objetos curiosos que adornan sus tres casas retratan el mundo de Neruda, que gracias a sus versos es en parte también algo nuestro.
Un Agosto en el que además se cumplieron 100 años del maremoto, tsunami que destruyó casi por completo Valparaíso, en el que se concedió el Premio Nacional de Literatura al escritor y periodista José Miguel Varas, autor de cuentos de gran belleza, conocedor de la vida y obra de Neruda y ex comunista que a través de Radio Praga emitía “otras” noticias a su pueblo en la época en la que solo había un “parte”. Un mes donde fue muy polémica la exposición del antipoeta Nicanor Parra, en el Centro Cultural Palacio de la Moneda, que le costó el puesto a su directora, contraria a que el provocador artista ahorcara a todos los presidentes chilenos, desde O´Higgins hasta Ricardo Lagos, con la leyenda “El pago de Chile”, que finalmente inauguró la propia Presidenta, que testimoniaba así su apoyo a la libertad de expresión y creación, silenciadas durante años desde la planta más arriba donde se muestra la “subversiva” exposición.

En la conclusión de este viaje, sin duda el momento más emotivo. El homenaje de las víctimas de la dictadura al Juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón. En mi última tarde allí, el 31, varios centenares de personas se fundían en emotivos abrazos a quienes (junto a Garzón estuvo también el fiscal Carlos Castresana) mantuvieron al criminal arrestado en Londres 503 días en 1998. Al acto acudió igualmente el juez chileno Juan Guzmán, que procesó al ex dictador por la muerte de 75 personas y lo mantuvo arrestado en su casa 42 días en 2001. Pinochet salió bajo fianza. El encuentro se produce en el tristemente célebre patio 29. Una gran parcela en el Cementerio General de Santiago, donde los golpistas fueron enterrando a los “desaparecidos” y asesinados en nombre la patria militar.
Una de las víctimas recuerda la crueldad del tirano cuando reconoció que “se les daba sepultura en bolsas de plástico y en tumbas de a tres o cuatro plazas porque así salía más barato”. Los congregados pedían a Garzón entre consignas y lágrimas que procesara a la “bestia”, como lo han denominado el grupo chileno Los Tres, por asesino, ladrón y narcotraficante. Delitos por los que efectivamente tiene el general abiertos procedimientos judiciales que marchan tan lentos como rezaba el cartel de uno de los asistentes, mientras el superjuez reconocía a los asistentes que “esta historia que aquí hoy nos mueve representa el fiasco del sistema que olvida y maltrata a las víctimas”, calificando de fracaso la declaración que esa misma jornada hizo la Bachelet proclamando el 31 de agosto día del “desaparecido”. Una iniciativa oportunista que compitió y ganó en foto y tratamiento en la prensa del otro día al sentido recuerdo de las víctimas en el cementerio. Entre ellas la viuda de Víctor Jara, a la que abracé con profundo respeto testimoniándole la admiración de miles de jóvenes estudiantes que en los 70 escuchábamos los discos de su marido con absoluta veneración. Me contrarié cuando a la caída de la tarde de recuerdos y añoranzas, de claveles rojos e impotencia, no pude dar con el nicho del autor del “te recuerdo Amanda”, tras presenciar el enorme mausoleo de Allende unas cuadras más allá, en el patio de los hombres egregios entre los que debiera de figurar el que escribiera “ a desalambrar”. No obstante, sin ser devoto de las causas nacionales del juez Garzón, lamenté que ningún miembro del partido socialista que gobierna Chile se entrevistara con el magistrado. Esa y otras impresiones ya reseñadas me inclinan a pensar que la democracia en Chile no está del todo asentada, siendo muy importante la presencia del ejército en la vida civil del país andino. No habrá plena democracia allá hasta que los culpables de tantos crímenes sean finalmente juzgados y condenados. El sentimiento de impunidad es latente en un pueblo hastiado de incontables promesas que no acaban de cumplirse. Una es urgente, “que se haga JUSTICIA”.

Monday, October 09, 2006

¿A que vas a EU?

La pregunta, claro, no va dirigida a esos miles de compatriotas latinoamericanos –sobre todo de México y Centroamérica– que andan a salto de mata buscando la forma de colarse detrás del muro de Bush, no para alcanzar el “sueño americano”, como reza la propaganda gringófila, sino simplemente para sobrevivir ellos y sus familias, en una muy costosa reivindicación histórica de lo que los yanquis han arrebatado a nuestras tierras en el curso de los siglos. A ellos, sólo admiración por su valentía y un voto por que el cruce les sea benigno, o que al menos no dejen allá la vida como tantos cientos antes.
No, aquí me refiero a los que podemos todavía darnos el lujo de viajar al extranjero, sobre todo ante la proximidad de las vacaciones decembrinas. Da grima pasar por las embajadas gringas y ver las enormes colas de personas ansiosas de ir a gastar su dinero en los casinos, tiendas y centros de diversión de la tierra del dólar. Claro, uno sabe que mucha de esa gente sueña con el día en que la bandera de las barras y estrellas ondee sobre todo el continente, utopía que por supuesto nunca verá realizada porque al Tío Sam hace mucho que dejaron de interesarle las tierras del sur; ahora le basta con que las administren gobiernos clientes en beneficio de sus trasnacionales y que mantengan a raya a los pobladores levantiscos.
Pero también hay otros que con ilusión han ahorrado para llevar a los niños a Disneylandia, que han aspirado toda su vida a conocer Nueva York o San Francisco, o el cañón del Colorado, o las cataratas del Niágara desde el lado sur, o que gustan de hacer sus compras en Houston o San Diego, o tirarse a contemplar rubias en Florida o Hawai, qué se yo. Personas que no simpatizan con Bush ni con quienes le rinden culto de este lado del Bravo, pero que tampoco ven nada de malo en viajar al norte.
Si tú eres de esas personas, para ti van estas preguntas. ¿Sabes que en los aeropuertos de aquel país te van a someter a ti y a tu familia a humillantes revisiones, como las que no se realizan en ninguna otra parte del mundo, en esa búsqueda paranoica de terroristas? ¿Que te harán esperar mucho tiempo y tal vez te obliguen a regresar al mostrador de tu aerolínea a documentar algún fluido inocuo sólo porque alguien inventó el cuento de las “bombas líquidas” para justificar sus afanes represivos? ¿Sabes que a JK Rowling, la admirada autora británica de Harry Potter, por poco la obligan a mandar al compartimiento de carga el preciado manuscrito del séptimo y último libro de su saga? ¿Que a muchos músicos les impiden llevar sus costosísimos instrumentos a bordo, por lo cual tienen que optar por viajar en barco o tren o de plano cancelar presentaciones?
Peor aún, ¿sabes que el gobierno del país al que tienes pensado dirigirte está a punto de tender un muro de mil 700 kilómetros de largo que empujará a la ola incontenible de emigrantes indocumentados –compatriotas tuyos– hacia las rutas más peligrosas, donde perderán la vida todavía más hombres, mujeres y niños? ¿Que aquellos que pese a todo logren cruzar caerán probablemente en manos de patrones inescrupulosos que con el pretexto de que son “ilegales” les pagarán mucho menos de lo que sus esfuerzos merecen, y aun así estarán contribuyendo a la riqueza del país que tanto los humilla y maltrata? ¿Que muchos serán objeto de la extorsión de policías corruptos, o perseguidos por grupos fascistoides como los minutemen? ¿Que el gobierno de esa nación es causante directo o indirecto de millones de muertes cada año en el planeta, ya sea con sus guerras preventivas, sus bombardeos indiscriminados a poblaciones civiles, sus políticas económicas depredadoras o su financimiento y asesoría a grupos represivos oficiales o paramilitares de países pobres? ¿Que mantiene cárceles clandestinas en Guantánamo –territorio cubano retenido contra todo derecho– y en otros lugares, donde comete toda clase de violaciones a los derechos humanos de supuestos “combatientes enemigos ilegales”, y que acaba de aprobar una ley en la que “legaliza” la tortura contra cualquier extranjero sospechoso de “terrorismo”?
Sí, ya sé, me dirás que una cosa es el gobierno y otra el pueblo estadunidense. Ha sido un argumento recurrente, pero en estos tiempos apenas si expresa más que un buen deseo. Cierto, existen millones de ciudadanos del país del norte que tienen posturas progresistas y repudian los actos de su gobierno, pero las encuestas y, sobre todo, los resultados electorales muestran a las claras que están en creciente desventaja frente a ese gran conglomerado de estadunidenses que hoy día rechazan la “invasión café” proveniente del sur, que creen en el “índice apocalíptico” y se tragan las pamplinas de Washington sobre la “amenaza terrorista”. Así que no te extrañe que si vas al norte no falten gringos que te miren con cara de que vas a robarles sus empleos o a lo mejor hasta traes un cinturón con explosivos para volarte en pedazos junto con ellos.
Hablemos de alternativas. ¿Qué buscas en Estados Unidos? ¿Ciudades cosmopolitas, refinadas, con una amplia oferta en cultura, espectáculos y diversiones? ¿Has ido a Buenos Aires, conoces Río de Janeiro, Sao Paulo, La Habana? ¿Paisajes espectaculares? ¿Qué tal Iguazú, el Salto del Ángel, la Cordillera de los Andes, el lago Titicaca, la Meseta boliviana, la Amazonia, el Orinoco, la Isla del Diablo en la Guyana francesa, la Patagonia, la zona insular de Chile con el golfo de Aysén, la selva del Pacífico en Costa Rica, la Selva Negra y Granada, en Nicaragua, el cañón del Sumidero, la Barranca del Cobre, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl en México…? ¿Ciudades históricas? Manito, mijito, che, cipote, roto, América Latina entera es historia en piedra, escoge lo que quieras, desde la antigüedad precolombina hasta las gestas libertarias recientes, muchas de las cuales se siguen librando hoy día. ¿Playas de arenas suaves, sol quemante y galanes y minas de ensueño? Escoge entre Río, Cartagena, Guayaquil, Viña del Mar, Maracaibo, Varadero, Huatulco, Cancún… Vaya, hasta si no puedes vivir sin lo mejor de la cultura estadunidense tienes para escoger de este lado del Bravo: excelente jazz en México, Santiago de Chile o Buenos Aires, rock y pop por todos lados, en fin… Y de compras ni te preocupes, adonde quiera que vayas volverás con las maletas cargadas de regalos, en una variedad que no conseguirías en ningún lado, y a una fracción del precio que pagarías en los yunáits.
Así que, pensándolo bien, más que convocarte a un boicot, te estoy ofreciendo la aventura de tu vida, más la oportunidad de reconocerte en nuestra patria común americana. ¡Buen camino, y no dejes de contarme cómo te fue!

Sunday, October 08, 2006

Dios los hace...

Copio aquí la columna México SA, de Carlos Fernández-Vega, publicada en La Jornada del lunes 9 de octubre, para los interesados en conocer más sobre el viaje de Felipe Calderón a tierras chilenas y, más que nada, sobre sus poco recomendables aliados.

¿Qué fue lo primero que hizo Vicente Fox al viajar al extranjero, ya como presidente electo? Ofrecer el sector energético mexicano al capital foráneo. ¿Qué hace Felipe Calderón en igual circunstancia? Lo mismo.
En su periplo por nueve naciones latinoamericanas en cinco días, el Felipillo siguió la ruta del actual inquilino de Los Pinos, con la única diferencia de que en primerísima instancia Fox ofreció la energía mexicana al capital estadunidense, lo que no quiere decir que el de la “continuidad” no lo haga. Hay que guardar las apariencias.
Ya los sinónimos vergonzantes de privatización afloraron en la gira y el discurso del minipresidente electo: “coinversión”, “alianza estratégica”, “asociación tecnológica”, “modernización del sector”, “inversión complementaria a la estatal” y demás palabrejas que sólo intentan disimular el real propósito de vender las joyas de la corona.
Y como Fox, a Calderón no se le ocurrió mejor forma de “modernizar” el sector energético mexicano que ofrecerlo, entre otras, a la oligarquía chilena, adoradora de la dictadura pinochetista (a la que mucha raja sacó), una camarilla que, muy al estilo mexicano, hoy dice ser “demócrata” aunque pertenezca a la ultraderecha cavernícola plenamente identificada (“existen muchas similitudes con el PAN”, según Hernán Larraín, senador y presidente de la Unión Demócrata Independiente, UDI, adorador de la dictadura) con el Partido Acción Nacional.
Muy al estilo mexicano, pues, el gerente Calderón se reunió con la crema y nata del empresariado chileno (Chile SA), agrupado en la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), una suerte de Consejo Coordinador Empresarial (y de eso Calderón sabe mucho) presidida por Bruno Philippi, pinochetista activo y convencido de “la obra” del golpista, que en tiempos de la dictadura ocupó, entre otros puestos, la secretaría ejecutiva de la Comisión Nacional de Energía, justo el negocio ofrecido por el michoacano.
También al estilo mexicano, Chile es uno de los países con mayor concentración del ingreso en el planeta: el 20 por ciento más rico acapara el 63 por ciento; el 20 por ciento más pobre el 3 por ciento. En la última década, los ricos aumentaron su ingreso 62 por ciento; los pobres uno. Por eso el modelo chileno siempre provoca azucarados comentarios de la oligarquía mexicana.
Las cabezas visibles de la Sosofa regalaron un par de espuelas de plata a Calderón, las mismas que obsequiaron a Vicente Fox en las visitas que hiciera a la nación sudamericana. A cambio, el agradecido Felipillo les dijo: señores, el sector energético mexicano está a sus órdenes, aunque la Constitución lo impida.
Siempre congruente y con el objetivo de demostrar públicamente que “rebasaré a mis detractores por la izquierda”, Calderón se reunió con la cúpula empresarial pinochetista para ofrecerle el petróleo mexicano. Entre otros, asistieron Roberto Angelini (Grupo Angelini), Juan Claro, (Embotelladora Andina, ex presidente de Sosofa), Ricardo Claro (Grupo Claro), Octavio Colmenares (Autopistas del Aconcagua e ITATA), Carlos Hurtado (Molymet), Ramón Jara Araya (Sonami), Andrónico Luksic (Grupo Luksic); Eliodoro Matte, (Grupo CMPC), Andrés Navarro (Sonda), Sebastián Piñera (Grupo Piñera), Luis Schmidt (SNA) y Leonidas Vial (Larraín Vial Corredores de Bolsa).
Todos tienen algo que ver en eso de la desigual distribución del ingreso en Chile, Sociedad Anónima, pero sobresalen los tres multimillonarios Forbes: Matte, Angelini y Luksic, con 4 mil millones de dólares cada uno, algo así como el 10 por ciento del PIB chileno concentrado en esta tercia (Carlos Slim tiene el 5 por ciento del PIB mexicano, pero él solito).
Además, Sebastián Piñera (dueño de la aerolínea LAN Chile, Chilevisión y muchos otros negocios), el ex candidato presidencial de la ultraderecha en las recientes elecciones en las que Michelle Bachelet resultó triunfadora. Su hermano de este personaje, José, fue ministro de Trabajo de Pinochet y entre otras gracias promovió la reforma al sistema de pensiones chileno, copiada puntualmente por el gobierno zedillista. Los Piñera fueron de los principales beneficiarios de las privatizaciones pinochetistas.
Roberto Angelini es el heredero de Anacleto Angelini Fabri, “Don Cleto”, fundador de la Compañía de Petróleos de Chile, Copec, por medio de la cual expandió su imperio a los sectores energético, forestal, financiero, inmobiliario y pesquero, entre otros.
Andrónico Luksic participa en la banca, industria, ferrocarriles, minería, aguas y telecomunicaciones chilenas, aunque tiene sus negocitos en Argentina (electricidad, alimentos y cerveza, entre otros). A su vez, Eliodoro Matte se dedica a las “inversiones”, a las empresas forestales, a la industria del papel, las finanzas, la energía (hidroeléctricas), puertos y minería, con empresas en Argentina, Perú y Uruguay.
Esos son, en rápido resumen, los potenciales “inversionistas” garantizados por Felipillo. Total, entre México S.A. y Chile S. A. sólo hay coincidencias.