Thursday, May 21, 2009

Influenza: divididos y vencidos

Porcina, humana o lo que sea, la influenza de 2009 ha tenido entre sus víctimas a la siempre frágil solidaridad latinoamericana a nivel de gobiernos, porque sabido es que entre los pueblos (o más bien, entre ciertos sectores de los pueblos) se mantiene inalterable. Los panistas no le perdonan a Fidel Castro la exhibida que le dio al ilegítimo presidente de México en su pretensión de erigirse en salvador de la humanidad (ya México le queda chico en sus sueños megalómanos), hubo ceños fruncidos y desgarramientos de vestiduras por las medidas tomadas en Argentina y Chile para evitar la propagación del virus (como si las fuerzas mexicanas del "orden" no tuvieran la costumbre de tundir y extorsionar a cuanto extranjero desvalido encuentran, sin siquiera el pretexto de una emergencia sanitaria), en tanto el tal Calderón zarandeaba a los haitianos con aquello de que muere más gente allá por el hambre que por el virus (ante lo cual La Jornada mordazmente recordó en la Rayuela que en México la gente se muere por las dos cosas). El gobierno mexicano recurre a los laboratorios de Canadá y EU para estudiar las muestras y luego las entrega sumisamente a la OMS para que ésta a su vez las envíe a las trasnacionales farmacéuticas, que ya se preparan para hacer otro negocio millonario cuando comiencen a vender una vacuna que quizá para entonces será completamente inútil, dada la constante mutación del virus. Seguramente piensa que ni en su país ni en ningún otro de América Latina hay científicos ni instituciones capaces de realizar ese trabajo a mucho menor costo y sin una búsqueda tan abusiva de ganancias. Y si por desgracia el invierno austral trae una propagación importante del virus en Sudamérica, no quiero ni imaginar la ola de resentimiento antimexicano que los grandes medios de aquellos países se afanarán en desatar. ¡Ay, Bolívar, nunca tu sueño estuvo tan lejano como en estos tiempos de influenza derechista!

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